ARCHIKUBIK "Casa H" en Sant Andreu de Llavaneras


Así como una pipa es una pipa, una casa a veces es una casa. hacer arquitectura es tomar decisiones, decisiones de todo tipo, con innumerables referencias y como no, con dramáticas consecuencias. pero ¿que pasa si el rango de decisiones es muy escueto? ¿que ocurre cuando no hay grandes obstáculos que saltar, no es necesario hacer planteamientos maximalistas, no existen situaciones revulsivas? pues en nuestro caso ocurre que sale una casa. los arquitectos siempre queremos hacer otra cosa respecto a la que nos encargan. cuando te encargan un hospital haces un hotel, cuando un hotel un rascacielos, cuando te encargan una escuela haces un parking, etc.


Aquí no. Cuando nos encargaron esta casa, después de analizar el lugar, el programa, la geología, las condiciones urbanas, las aspiraciones de los clientes, resulta que no sería honesto hacer una granja o hacer un museo. había que hacer una casa e hicimos una casa. Puede parecer paradójico pero hay encargos en que lo que prima es la honestidad por encima de la ambición del arquitecto o la del cliente o ambas. La clave es saber cuando hay que ser honestos y cuando perversos, cuando hay que asumir crudamente la lógica plana de un proyecto o cuando hay que entregarse a una lógica extrema, cuando la arquitectura es una continuidad o debe ser un revulsivo, cuando hay que pensar en grande y cuando en pequeño y esta casa esta pensada desde lo pequeño, casi lo ínfimo, pensada del detalle al espacio y no del espacio al detalle.


1.- La casa no tiene puertas ni pasillos. La estrategia es doble; por un lado crear un recibidor-entrada que una vez estas dentro te da la sensación de estar fuera. Este recibidor es el eje de circulaciones de la casa, el único pasillo posible. La otra estrategia es colocar el área de los padres en un volumen y la de la hija en otro. De esta manera la casa se forma a partir de una hache “H”. A levante el volumen más alto (cocina-comedor-sala en planta baja y habitación padres–baño-despacho en planta primera) y a poniente el más bajo (habitación-baño). estos dos volúmenes se relacionan a través del recibidor. El resultado es que aún siendo una casa muy comedida en sus dimensiones, el espacio fluye constantemente y da la sensación que es mucho más grande. no hay puertas que cierren una visual, no hay pasillos infrautilizados, todo metro cuadrado está optimizado para un uso regular e intenso.

2.- La relación entre exterior e interior se realiza a través de un colchón de aire de 60 cms. El plano de ventana y el plano de fachada difieren de estos 60cms. esto crea un espacio intermedio, indeterminado e intersticial entre dentro y fuera. Una especie de airbag transparente. El resultado es que el paisaje ajardinado del entorno entra en la casa acotadamente, enmarcadamente. este “airbag” de 60cms transforma totalmente la habitual sensación que tenemos al relacionarnos con el exterior a través de una ventana. este espacio intermedio enfatiza el paisaje tal y como enfatiza un marco una obra pictórica. Otra consecuencia de este “grueso innecesario” es la calidad de la luz. Hay mucha luz en esta casa pero poco sol, la luz al rebotar sobre el grueso del antepecho de la ventana la dota de una enorme gama de matices, de tonalidades, de color. La luz deja de ser una fuente indiscriminada de claridad y adquiere el papel de “descubridor” del espacio, “hace visible” el espacio.

3.- La disposición en H de la casa tenia un problema de intimidad, no tanto la intimidad necesaria de sus habitantes sino la del cuerpo arquitectónico mismo. La forma de la casa la hacia demasiado externa, demasiado abierta, demasiado evidente, y nuestra casa es de naturaleza tímida, de esa timidez que solo se vuelve elocuencia en la intimidad, en la distancia corta. Había que distanciarla, que filtrar su evidencia y hacerla más recogida. Decidimos primero colocar el plano de agua de la piscina como una prolongación de la habitación del cuerpo de poniente. Esto permite crear una distancia entre el observador y el observado. los tímidos nunca dejan que te acerques demasiado, al menos la primera vez. Después cerramos virtualmente el patio de entrada a la casa. apoyándonos en dos muretes a la manera de orejeras colocamos dos pequeños porches metálicos que a la vez que protegen del sol más duro, prolongan el “ritual” de entrar a la casa. En vez de entrar a la casa por la puerta entras previamente por un espacio abierto pero acotado, un espacio donde tanto puedes celebrar una fiesta como tomar el sol.

Un pre-espacio conformado por una mínima decisión.

Esta casa es una casa. sin prejuicios, sin a-prioris, sin querer ser nada más que una casa.














Fuente | Noticiasarquitectura
Web | Archikubik

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